En 1970 la más famosa obra de la literatura ecuatoriana, Huasipungo, escrita por Jorge Icaza, fue llevada a las tablas por el grupo del Teatro Ensayo de la Casa de la Cultura que dirigía Antonio Ordóñez. La obra fue un éxito rotundo. Más de 350 presentaciones se realizaron en todo el país.

Hoy, en 2014, uno se pregunta, ¿se le habrá pagado derechos de autor a Jorge Icaza por adaptar su obra para teatro y ponerla en escena? Antonio Ordoñez responde esa pregunta.

“Como siempre, a través de toda la historia de nuestro país, ha habido dificultades para la gente que hace teatro, danza, artes en general. Jorge Icaza era un hombre extraordinario, un hombre muy especial. Él tenía una librería, creo que era en la (calle) Oriente. Y cuando hubo esta intención de montar Huasipungo, de hacer una adaptación de su novela, fuimos a hablar con él. (…) Era muy directo Jorge Icaza y muy exigente además. Sabíamos perfectamente que no se pagaban derechos de autor, y además no había las condiciones. Ni la misma Casa de la Cultura, que era la que hacía el espectáculo, tenía para pagarle derechos de autor a Jorge Icaza. Pero entonces, él dijo: “no, entonces no se hace”, un poco en serio, un poco en broma. Entonces, la Casa de la Cultura resolvió que se le pagara una cantidad y se le hizo un contrato por derechos de autor. En ese entonces fueron cinco mil sucres, que creo que no era mucho, si se hace la comparación con dólares de hoy día, pero era más o menos una cantidad respetable”.

Antonio Ordóñez, quien este año 2014 celebró 50 años dedicados al teatro, cuenta cómo funcionaban las leyes de protección a los autores en 1970.

“Siempre había una ley que protegía (a los autores) pero siempre era letra muerta. Nunca se aplicaba”.

Así era la situación de los derechos de autor en 1970, situación que actualmente ha cambiado y que, mediante la acción del IEPI, al fin se está llegando a su reconocimiento pleno.